por Adriana Álvarez*
La poliomielitis afectaba el sistema nervioso, provocaba parálisis en los miembros inferiores y/o superiores, y dejaba graves secuelas. En 1955 se descubrió la vacuna, pero las demoras en su fabricación y distribución masiva hicieron que un año después la Argentina viviera el pico de la enfermedad.
A mediados del siglo XX, cuando el mundo se dividía en dos bloques, los Estados Unidos y la Unión Soviética, que expresaban sistemas económicos y políticos antagónicos, e iniciaban lo que se conoció como Guerra Fría, otro peligro asoló diversos rincones del globo: la poliomielitis. Se trataba de un poliovirus, el virus de la polio, que atacaba preferentemente a quienes no alcanzaban los cinco años, afectando su sistema nervioso, provocando parálisis en miembros inferiores y/o superiores, que podía dejar huellas de por vida en la forma de caminar. Pero hubo casos, donde la enfermedad se presentaba más virulenta atacaba el diafragma y los músculos respiratorios se veían afectados provocando asfixia y en algunos casos la muerte. La infancia que vivió la polio fue distinta, fueron años difíciles, no había vacunas, el miedo se apoderó de las familias, y se escuchaba hablar intensamente de muletas, sillas de ruedas y pulmotores de acero, como temáticas excluyentes en cualquier conversación doméstica o social.
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* Investigadora Independiente del Conicet, docente investigadora del INHUS, Universidad Nacional de Mar del Plata.