Finalizada la Primera Guerra Mundial, apareció la llamada Gripe Española (1918), que provocó la muerte a 50.000.000 de personas aproximadamente. Cuatro décadas más tarde, en febrero de 1957, se detectó un nuevo virus (AH2N2) . El foco inicial de contagio se reportó por primera vez en la provincia de Yunán, en el sureste de China, alcanzó Hong Kong en abril, y se expandió rápidamente hacia Singapur, Taiwán y Japón en cuestión de dos meses. El intenso tráfico de viajeros facilitado por los modernos transportes, más que nada la aviación comercial, hizo que la enfermedad llegara rápidamente a las principales capitales europeas y de ahí a las ciudades costeras de los Estados Unidos.
A diferencia del virus (H1N1) de 1918, el virus del 1957 se identificó rápidamente gracias a los avances en materia de tecnología científica. En agosto de ese año, ya se disponía de una vacuna en cantidades limitadas. En diciembre, parecía que lo peor había pasado, sin embargo, en 1958, hubo otra oleada de la enfermedad en los ancianos. Aunque la pandemia de gripe asiática no fue tan devastadora como la de gripe española, se registraron más de un millón de defunciones en el mundo.
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*Dra. en Historia e investigadora del Conicet en la UNMdP